domingo, 20 de noviembre de 2011

LOS CIEN DÍAS DEL PLEBEYO

Una bella princesa estaba buscando
consorte. Nobles y ricos pretendientes llegaban
de todas partes con maravillosos regalos: joyas,
tierras, ejércitos, tronos... Entre los candidatos
se encontraba un joven plebeyo que no tenía
más riquezas que el amor y la perseverancia.
Cuando le llegó el momento de hablar, dijo:
—Princesa, te he amado toda la vida. Como
soy un hombre pobre y no tengo tesoros para
darte, te ofrezco mi sacrificio como prueba de
amor. Estaré cien días sentado bajo tu ventana,
sin más alimentos que la lluvia y sin más ropas
que las que llevo puestas.

—Tendrás tu oportunidad: si pasas esa prueba,
me desposarás. Al llegar el día noventa y nueve, los pobladores
de la zona salieron a animar al próximo
monarca.


(Cuando estamos dispuestos a dar lo mejor de
nosotros mismos como prueba de afecto o
lealtad, incluso a riesgo de perder nuestra
dignidad, merecemos al menos una palabra de
comprensión o estímulo. Las personas tienen
que hacerse merecedoras del amor que se les
ofrece.)

No hay comentarios:

Publicar un comentario