cual un niño amaba mucho. Todos los días
jugaba a su alrededor, trepaba hasta el tope,
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sombra. El árbol también lo quería mucho.
Pasó el tiempo, el niño creció y no volvió a
jugar alrededor del árbol. Un día regresó y
escuchó que este le decía con cierta tristeza:
—¿Vienes a jugar conmigo?
Pero el muchacho contestó:
—Ya no soy el niño de antes que juega alrededor
de los árboles. Ahora quiero tener juguetes,
y necesito dinero para comprarlos.
(Esta es la historia de cada uno de
nosotros: el árbol son nuestros padres. De
niños, los amamos y jugamos con ellos.
Cuando crecemos los dejamos solos;
regresamos a ellos cuando los necesitamos,)